Es curioso como después del último post que compartimos, recibimos comentarios como “no pierdan la esperanza”, “es sólo un niño”, “¿están seguros de lo que dicen?”, “pero ellos pueden cambiar”, “no lo etiquete”

Los adultos tendemos a ser drásticos, todo o nada, blanco o negro, esperanza o desesperanza. Créannos que cuando describimos a nuestro sobrino y su trastorno (trastorno que tienen todos los niños con pasados similares) no lo hacemos con desesperanza, pero curiosamente cuando compartimos esta experiencia y explicamos el trastorno, por alguna razón a las personas si les genera desesperanza.

Nosotros no hemos perdido la esperanza, por el contrario, lo que perdimos fue la inocencia, y al perderla hemos ganado más esperanza de la que teníamos porque confirmamos la mejor forma de ayudar.

Cuando perdimos la inocencia, aprendimos que este trastorno no se arregla visitas al doctor, con estimulación, con juguetes, ni papas de McDonald, idas al cine, ni siquiera apapachos. Aprendimos que pretender que estos niños se “arreglan” o “cambian” es un pensamiento ingenuo. Definitivamente evolucionan, se desarrollan, crecen, conocen, se mejoran así mismos, pero los que realmente se ARREGLAN y CAMBIAN debemos ser nosotros, todos quienes no padecemos de ese trastorno.

Debemos aprender a amar, ayudar y entregarnos de maneras libres, que formen, que solucionen. Pero por lo general cuando se ayuda a esta parte de la población se cree que hay que “comprarles algo” o hay que “chinearlos porque pobrecito”. Lo que nuestro sobrino ha necesitado durante este tiempo no se compra en ningún lado, porque:

lo único que ha hecho que su cara brille de verdad, que sus ojos transmitan paz y no lucha, que sus juegos sean inocentes y no calculados, que nuestras conversiones sean genuinas y no lecturas de un ser manipulador, es cuando hemos sido persistentes, y hasta extremos con la disciplina y la estructura.

Ellos nunca han tenido y difícilmente tendrán estructura, y es lo que único que les hace sentir seguros, y realmente amados, y sobre todo que nos importan.

Si ya es sabido que a un niño con todos los vínculos posibles, necesitan de estructura y disciplina. ¿cuánto más necesitara el individuo que no ha tenido vínculos ni conexiones afectivas de ningún tipo? Necesitan los mismo en medidas intensas y extremas.

Se debe aprender a separar la esperanza de la inocencia, porque sólo la ignorancia es lo que nos cubre los ojos con el velo inocente que nos impide ver la realidad por cruel que sea, y hacer algo con ella. Los adultos debemos aprender a ser felices con la cruda realidad, aceptarla como es, sin ponerle filtros y adornos, porque sólo cuando llamemos a las cosas por su nombre podremos entonces aplicar la esperanza que nos mueve y ser responsables de cada una de nuestras partes.

Y para satisfacer un poco sus tiernos corazones les contamos los últimos grandes logros de nuestro sobrino:

  • Hace 15 días le pusieron BOTOX en sus piernitas y su movilidad se incrementó increíblemente.

  • Tiene 6 días de usar calconzillos de Mickey! Finalmente conquistamos el inodoro.

  • Reconocer más colores de los que se imaginan, y cuando le preguntas hace pausa para pensar.

  • Podemos contar y sabe cuando hay uno, dos o tres elemento.

  • Sabe cuando el día está soleado, nublado o lloviendo.

  • Sabe expresar que está triste, feliz, riéndose, cansado y con sueño.

  • Conjuga verbos nunca antes vistos “guapoteando” (del verbo guapotear, movimiento que hacen los toros…jajajaj)

  • Agregó a su vocabulario miles de cientos de palabras, y preguntas, antes sólo preguntaba ¿donde? Ahora pregunta, ¿para qué? ¿cómo? ¿cuándo?