Como ustedes sabrán nuestro sobrino, no puede caminar por su cuenta, pero también sabrán que cada vez su movilidad es mayor y eso le permite ser más independiente.
Como seguimiento de tu “recuperación” él debe usar unas férulas ortopédicas, para que sus pies estén en 90grados, y no en punta (como están ahora). Esas férulas no son para nada cómodas, por el contrario restringe mucho el movimiento del niño, pero es el precio que nuestro sobrino debe asumir, por corregir la postura de sus piernas y lograr caminar en un futuro (esperamos muy cercano).
Como ya sabíamos que el uso de esas férulas no era lo más esperado por un niño, vendimos la idea de que era “botas de vaquero”, y entonces tuvimos que escucharlo por casi un mes preguntando por: ¿donde están mis botas? ¿vamos al hospital por mis botas? ¿el doctor tiene mis botas?
Hasta que finalmente llegó el día en que las botas eran una realidad, ya la botas tienen dos semanas de estar en nuestra rutina, y aunque a veces nuestro sobrino se pregunta, ¿porque mis botas me duelen?, el insiste en ponerse sus botas una y otra vez, día tras día, hasta para dormir.
La fisioterapeuta nos advirtió que las férulas eran difíciles de asimilar por los niños, pero creo que ella no conoce bien a estos tíos locos, con un torillo más loco en casa.
Aquí les compartimos el gozo de ver la gloria de Dios, hecha botas!
http://www.youtube.com/watch?v=DVbPwVrawaE