Esta semana tuvimos la visita de nuestra “increíble sobrina menor”, quien tiene la misma edad que nuestro sobrino. Las primeras horas fueron divertidas para todos, pero luego nuestro sobrino sacó sus mecanismo de defensa más primitivos, lloriquear, manipular y actuar como “discapacitado” a lo cuál nuestra sobrina respondía con una cara como de: “¿a este que le pasa?”
Porque tal y como se lo decimos claramente a nuestro sobrino “las lágrimas, la lástima y la autocompasión no generan ningún resultado positivo”. Pero al parecer nuestro sobrino por su condición (de no caminar) fue utilizado para general esos sentimientos en la gente y conseguir limosnas. Lo triste que es que esas habilidades no le funcionan con nosotros, ni con una niña de 3 años, ni con el mundo.
Pero poco o poco él se ha dado cuenta de que ocupamos desarrollar nuevas formas de socializar e interactuar, que realmente sirvan.