En las últimas semanas hemos tenido con lidiar con un sentimiento poco edificante, la lástima.
En los primeros días nosotros como tíos también lloramos horas enteras de saber lo que nuestro sobrino ha vivido y sufrido, pero nuestras lágrimas no harían que él reconstruyera su vida.
Cualquier corazón compasivo se estremece al escuchar la historia de nuestro sobrino, pero hemos entendido que la mayoría de personas no supera la etapa de lástima (o compasión excesiva) y lo siguen viendo a él como una película “de drama-terror”. Es entonces cuando hemos concluido como tíos, y como integrantes de la sociedad que la lástima es el peor sentimiento de todos.
Muchas veces sentimientos lástima por otros, y hasta lástima por nosotros mismos. ¿y que logramos con eso? Si sentimos que alguien ocupa ayuda, ¿lo hemos ayudado?, si hemos sentido que ocupamos ayuda, ¿la hemos buscado o aceptado?
Hemos topado con todo tipo de lástima hacia nuestro sobrino, desde una dentista que le quebró el corazón el llanto y no pudimos terminar con la limpieza dental, una nutricionista que se tragó las lágrimas, hasta la señora que nos ayuda con la limpieza que nos veía con rencor cada vez que dábamos instrucciones al pequeñín. También la gente se preocupa mucho cuando llora y se le quiebra el alma al escucharlo llorar, pero ¿acaso no todos lo niños lloran? Lloran porque tuvo una consecuencia, lloran porque no tienen lo que quieren, lloran porque no pueden dormir… ellos lloran! ¿entonces porque cuando nuestro sobrino llora lo único que la gente piensa en su pasado?
Hemos aprendido que la lástima lo único que genera es más daño. Porque significa que las personas alrededor de él no creen en la capacidad que él tiene de cambio, significan que creen que lo que él vivió en su pasado es su vida, significa que no creen en la capacidad que tenemos como sociedad de generar cambios y significa que no creen que Dios es Dios.